Te cuento una situación que me hizo reflexionar.
Mira.
Antes de dedicarme al marketing de cafés de especialidad trabajaba el marketing de una empresa de ascensores.
El caso es que para empaparme de cómo iba el tema me mandaron a hacer unas prácticas al aeropuerto.
Montábamos una unidad en la terminal 3.
Mi compañero de montaje se llamaba Antonio y tenía la cara como un torrezno de estar al sol en la obra. También tenía más mala uva que Rick Gervais.
El caso es que un día, mientras almorzábamos, pasó una unidad canina de la policía olisqueando todo lo que encontraba a su paso.
Así que ni corto ni perezoso solté:
-Hay que ver, a estos pobres perros los hacen adictos para que luego encuentren la droga rápido.
A lo que Antonio respondió - cito textualmente - :
-Claro David, y a los que buscan explosivos se los meten por el "bull".
Nada más que comentar.
Me quedó claro. Una frase fue suficiente.
Mejor hablar con un mínimo de conocimiento y tener curiosidad por lo que te rodea, que tirar de leyenda urbana.
Y esa es la filosofía que aplico (aplicamos) cuando llega un café al tostador.
Rastreo su procedencia.
Me pego un viaje.
Y no es que los aromas del café me transporten a tierras lejanas en las que puedo oír el cantar de la guacamaya roja y notar la humedad de la selva en mi piel….
Eso es muy cursi.
Es algo más simple: curiosidad.
Una cualidad que, en mi opinión, no hay que perder nunca.
Pero allá cada cual.
Cuando leo palabras del tipo Shantawene, Huehuetenango, Fraijanes, Apaneca, Kiambú me entran picores.
¿Porqué de ese nombre? ¿Dónde está esa zona? ¿Qué hay en ese país?
Por ejemplo.
Una región de nombre Sacatepéquez me intriga.
Y descubro que este nombre proviene de la combinación de
sacat que significa hierba
y tepet, cerro.
Así que estamos ante la región de El Cerro cubierto de hierba.
El sueño ideal de Snoop Dogg. 😜
…O el nuestro. Ya que de ahí es donde hemos traído un nuevo café bien rico.
Un café de la finca Retana, en Guatemala.
Una finca que tiene nombre de padre dominico. El padre Retana.
Y que funciona desde 1930, en la que el abuelo del actual propietario cultivaba caña de azúcar y maíz.
¿La razón del homenaje al padre Retana?
Le preguntaremos a su nieto Fernando Cofiño, capo actual de la finca.
Voy sacando el billete, a ver si con la excusa me pego el viaje de verdad.
Mientras tanto, si quieres catar el trabajo de la familia Cofiño, calmar tu curiosidad y oír el cantar la guacamaya roja.
Feliz día.
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