PARAR FUE EL PRINCIPIO


En 2009 Trabajaba en una multinacional. Todo era ritmo, objetivos, reuniones. La empresa se vendió y decidí hacer una pausa. Me fui a Nicaragua un año, a colaborar en proyectos sociales. Fue un cambio de ritmo, de vida. Y fue justo en esa época cuando mi familia compró una finca en Panamá.

ANTES DE TOSTAR YA ESTÁBAMOS EN LA FINCA

La finca estaba en Altos del Colorado, en las laderas del volcán Barú. Se llamaba Barú Black Mountain. No sabíamos mucho, pero nos tiramos de cabeza. Conocimos a las familias que trabajaban allí, entendimos el terreno, el proceso, lo que cuesta sacar adelante una buena cosecha. Todo eso me cambió la forma de entender el café.

EL CAFÉ LLEGÓ DESPUÉS

Cuando volví, no tenía una idea de negocio. Pero sí tenía claro que quería hacer las cosas de forma diferente.

En 2012 abrimos el primer coffee shop en El Albir con una idea en mente: servir café de calidad, con criterio, y contar la historia desde el origen. Porque nosotros habíamos estado allí.

Hoy dia seguimos en Panamá. Ahora en Finca Santa Teresa, también en la familia. Seguimos en contacto directo con el cultivo, con quienes lo hacen posible

AL FINAL ESTO VA DE PERSONAS

Siempre he pensado que el café no va solo de producto. Va de relaciones, de con quién lo haces y cómo lo haces.

Nos gusta colaborar con gente que comparte esa forma de ver las cosas. Apoyamos proyectos que encajan con nuestros valores. Simplemente porque creo que hay que estar ahí cuando toca.